sábado, 29 de noviembre de 2014

¿Qué es el éxito?

Creo que llega un momento en la vida, en que parece que todas las piezas del puzle se empiezan a unir.

Como cualquier persona de mi edad, hubo un momento en mi vida, en que entorno a los 16 años, tuve que plantearme qué iba a hacer con mi vida para tener éxito.

Por aquel entonces, éxito para mí significaba “ganarme la vida”, significaba tener que encontrar aquello a lo que me iba a dedicar y tener el dinero suficiente para vivir. Y yo no buscaba algo para sobrevivir, yo buscaba algo para VIVIR con mayúsculas.
Ahora 16 años después sé que cuando tomé aquella decisión de estudiar una “carrera con salida” estaba condenando algunos de mis años de juventud.
Cambié mi sueño de bailar y cambié mi pasión por saber y conocer cómo funcionaba la mente. Esas eran dos de las cosas con las que más disfrutaba, bailando y leyendo libros de motivación y autoayuda. Me encantaba la página de los domingos de Paulho Coelo. También era feliz pasando tardes de risas y confidencias con mis amigas. Algo que nunca he cambiado y por lo que estaré siempre agradecida, es por teneros a mi lado, a pesar de que no nos vemos todo lo que nos gustaría.
Así que yo en realidad no quería estudiar Telecomunicaciones (que ni siquiera puede entrar y tuve que decantarme por Electrónica), yo quería estudiar para ser psicóloga, porque entendía que esa profesión tenía la clave para sentirnos bien en nuestra piel, y además iba a ayudar a otros a ser felices también.
Con esto no quiero decir, que si hubiera tomado esa otra decisión hubiera sido más feliz o hubiera tenido más éxito del que tengo ahora. Pero, ¿qué es el éxito? Dice la RAE que éxito es:
1. Resultado feliz de un negocio, actuación, etc.
2. Buena aceptación que tiene alguien o algo.
3. Fin o terminación de un negocio o asunto.
La verdad es que ninguna de ellas sirve para definir lo que para mí significa éxito ahora.
Pero, según esta definición se puede decir entonces que yo he tenido éxito en la vida. Tengo un trabajo bien remunerado y que me gusta, tengo una familia y una hija preciosa, tengo salud. Pues sí, me considero una mujer con éxito. Que no con SUERTE.
Porque el éxito llega detrás de mucho trabajo y esfuerzo, sobre todo en la parte de ganarse de la vida. En la parte de la familia y la salud, me considero AFORTUNADA.
Una de las enseñanzas con las que me quedo de este año, es que SOMOS EL RESULTADO DE NUESTRAS DECICISIONES. Así lo dice Darren Hardy en su libro el efecto compuesto.
Steve Jobs lo llama unir los puntos hacia atrás.
Así que este año he mirado mucho hacia atrás para comprobar realmente si esa afirmación es cierta. Si eso que dicen de que somos el resultado de nuestras decisiones es verdad. Y me doy cuenta de que sí.
Si miro hacia atrás, me doy cuenta de que estoy aquí por todas esas pequeñas decisiones que un día tomé, pero también por todos y cada uno de los segundos, minutos y años de esfuerzo. De perseverancia, de paciencia.
Para los que no me conocen quizás resulte pesado mirar hacia atrás conmigo y recorrer estos últimos años conmigo, a los que me conocen desde más cerca quizás le suenen agún momento. Yo necesito poner por escrito que es lo que veo si miro hacia atrás en mi vida…
Decidí que estudiaba electrónica, decidí que lo acaba costara lo que costara, decidí que no lo estaba haciendo bien y de que era hora de hacerlo de otra manera, poco a poco, día a día, examen a examen.. 7 años después terminé. Creo que hubiera sido más fácil abandonar, hubiera sido más sencillo decir que no era lo mío, pero lo hice. Esto me sirve para darme cuenta de que si fui capaz de resistir y persistir por algo con lo que no disfrutaba qué no seré capaz de hacer por algo por lo que sienta verdadera pasión. Y me da fuerzas.
Al terminar la carrera, decidí que me declinaba por las Energías Renovables, al final después de tardar tanto, los de Teleco ya no eran los que más fácil encontraban trabajo… jeje! Y se supone que las renovables eran el futuro. Decidí que no hacía las prácticas en el centro en el que estudié mi primer curso de Energía Solar (a pesar de que a costó un pastón). Decidí irme a Dener con Riki. Me ofrecieron dar cursos. Decidí aceparlo. Trabajé como becaria, poco a poco fui subiendo. Hasta que un día me despidieron. La crisis hizo que fuera la primera en salir de un barco, que luego se hundió. Pero yo hubiera dado todo, por echarlo a flote. Siempre. Pensé que estaría allí mucho tiempo. Por aquel entonces todavía creía en el empleo para todo la vida.
Esa es mi segunda lección de este año…En estos tiempos y en el futuro todos estamos abocados a reinventarnos cada vez y desarrollaremos distintas ocupaciones a lo largo de nuestra vida.
Esa parada no buscada, me hizo volver a pararme a pensar a donde quería dirigirme. En la orientación de la oficina del INEM me insinuaron que sería una buena idea reorientarme a la docencia, sacarme unas oposiciones. Así que llegué al Máster de Formación de Profesorado, porque era condición para presentarme a una oposición.
Quiero reseñar, por si alguien no lo ve claro, que mis decisiones no eran mías, sino condiciones por lo que yo chupaba del exterior.
Esa decisión marcó un antes y un después en mi. El máster hizo que volviera a conectar con esas cosas que me gustaban, sobre todo con la psicología… y allí decidí que lo de ser profesora ya no era tanto una salida, sino que podría ser algo con lo que disfrutar. Aún así, decidí volver a trabajar por cuenta ajena en lugar de prepararme las oposiciones. Así que volví a trabajar por el sueño de otro.
En ese periodo y cuando todavía trabajaba nació Lucía, y allí ya empecé a preguntarme cómo hacerlo de otro manera. Entonces éxito no era sólo tener trabajo. Éxito significaba tener un trabajo que me permitiera pasar tiempo con mi hija.
Así que desde entonces apareció tímidamente en mí la idea de emprender, tuve muchas ideas, algunas están totalmente desechadas y otras están guardadas en un cajón para cuando llegue el momento de realizarlas.
Una de mis mayores enseñanzas también en estos tiempos es no rendirme si ahora no es el momento. Ya se darán las circunstancias para que ocurra. Y trabajar para que mi cabeza elimine ese pensamiento limitante.
A partir de que tomé esa decisión de emprender, yo siento que el resto de cosas que han APARECIDO en mi vida, son el resultado de esa decisión. Lo que refuerza la idea (también aprendida en estos tiempos) de que CUANDO deseas algo con todas tus fuerzas el universo conspira para que lo consigas.
Por eso apareció el curso a través del cual me contrataron como profesora, pero no de cualquier cosa, sino de mi pasión, que es la Energía Fotovoltaica. Por eso hace prácticamente un año mi marido vino a casa con una oportunidad en la que los dos vimos a bien trabajar como una inversión de futuro. Por eso, me siento tan bien y vivo en una burbuja en la red, rodeada de personas que me inspiran, de mujeres que me demuestran que se puede vivir haciendo lo que te gusta. Que tus talentos pueden ser tu medio de vida un medio de vida que te haga feliz.
La decisión ya está tomada y por el camino he dejado atrás muchas creencias que me limitaban.
Pero decidir ahora no significa sólo decidir para mí sino decidir para la educación de mi hija.
En este tiempo he decidido muchas cosas sobre las que sólo yo puedo decidir, decido apego, decido crianza respetuosa, decido estar siempre que necesite, no dejarla para que sea independiente lo antes posible, decido poner límites desde el cariño, sin amenazas, gritos, ni castigos. No siempre lo consigo, no soy perfecta, pero al menos intento no faltar mucho a mis principios.
Y ahora viene cuando tengo que decidir el colegio de mi hija y me entra pánico. El otro día le dije a un amigo que no quería repetir lo que hicieron conmigo. Y creo que no me entendió. Yo fui feliz en la escuela, fui feliz en las clases, en los recreos, con mis amigos, con los deberes y exámenes, fui FELIZ con mayúsculas. Pero, el sistema no me ayudo a conocerme y quererme, no a reconocer en qué era mejor o qué era lo que me hacía feliz. Principalmente, porque mi esfuerzo estaba dirigido a ser buena en todo. ¡Qué le vamos a hacer! Siempre he sido así, ya de hacerlo, hacerlo de la mejor manera posible.
Y ahora viene cuando digo que lo que yo quiero es que Lucía sea feliz, que esté en un centro donde se divierta jugando, donde experimente, donde la respeten como es, donde la ayuden a encontrar sus talentos. Donde crezca sabiendo en qué es buena y con qué disfruta. No donde todos son exigidos por igual, donde todos tienen que saber todo de la misma manera. Donde pensar y soñar se va cortando cada vez más. Pues no quiero. No quiero que un día cuando tenga 16 años y tenga que decidir qué hacer con su vida. Me pregunte… ¿mamá que hago? Yo no tengo que responderla: “hija algo que tenga salida y con lo que puedas ganarte la vida”.
Yo quiero crecer con Lucía sabiendo que su vida estará dirigida por sus pasiones, por lo que le dice su corazón. Que no tenga que preguntarme qué hacer, sino que lo tenga tan claro que mi única misión en la vida sea ayudarla, levantarla cuando crea que ya no pueda más, decirla que puede, que es fuerte, que lo conseguirá. No sé si ese sueño será ser astronauta, bailarina, atleta, médico o peluquera. No sé si tendré que animarla en sus noches de estudio o en sus días de entrenamiento. Sólo sé que vida hay una. Y que vivir con éxito, significa vivir haciendo lo que te gusta. Vivir cada mañana teniendo ganas de levantarte y feliz del papel que te toca interpretar.
Desde hace dos años y medio, no desde el día que nació, porque no fue así, sino que poco a poco me he ido dando cuenta. Mi mayor papel en la vida es ser madre, no hay paso, puntada que dé que no refleje lo que su llegada ha supuesto a mi vida.
Si soy sincera, quiero creer que al final dará igual a qué colegio vaya, quiero creer que la imagen que yo represento para ella le servirá de inspiración.
Así que desde entonces mi vida ya no va sin rumbo. Y hay una decisión que sin duda marca todo lo que me veis hacer. No penséis que estoy loca. Algunos dicen que soy hippie. Y por dentro me duele. Aunque creo que es porque no saben todo lo que hay dentro de mí. Ojalá con estas palabras, que salen de lo más hondo de mi, puedan entenderme mejor.
La decisión que yo tomé es SER LIBRE. Libre de la atadura que significa tener un puesto de trabajo que no me guste. Disfruto con el que tengo, pero si no fuera así, trabajaría por encontrar otro que sí lo fuera. LIBRE porque asumo la responsabilidad de darme la vida que merezco, y no me quejo de que otros no me lo den. LIBRE porque quiero estar presente en la educación de mi hija y quiero que el dinero no condicione nuestras decisiones. LIBRE porque mientras lo consigo crezco como persona y estoy conectada con lo que soy y lo que quiero hacer en mi vida. Mi objetivo es SER-HACER-TENER y no a la inversa.
Así que en este nuevo camino, la palabra éxito toma otro significado distinto al de la RAE. El éxito no es el final, ni el resultado de algo. El ÉXITO es el camino. Porque en ese camino ya tengo éxito. El camino en el que sabes que tienes que estar, el camino en el que sabes que si mañana no te levantaras de la cama, al menos estabas haciendo lo que te buscaba. El camino en el que el último día que tengas que andarle puedas mirar hacia atrás y saber que mereció la pena.
Algunos pensarán que me he vuelto loca, supongo que los que me conocen a corazón abierto sabrán entender estar palabras. A veces, la vorágine de cosas y actividad en la que estoy metida quizás no represente mi estado de ánimo actual, pero la realidad es que me siento tan FELIZ de mi vida, TAN agradecida por lo que ha aparecido en mi camino, que a veces me ahoga como un nuevo en mi garganta y siento ganas de gritarle al mundo, ¡VAMOS QUE PODEMOS!
Pero al final, no puedo ni encuentro la manera de expresarlo y se me van quedando ahí, en el tintero. Este año ha sido un año inspirador, los libros que he leído, los vídeos que he visto, las palabras de personas que me han inspirado. Ha sido un año tan bonito… que no sé si algún día encontraré la manera de plasmarlo y compartirlo con otras personas, para que sientan la misma ilusión que tengo yo ahora por vivir la vida.
Si miro hacia atrás, que es lo que suele hacerse al finalizar el año, podría pensar que NO TENGO LOS RESULTADOS que quiero, pero eso NO ES VERDAD. Y no sería justo para mi sentirme así. Después de todos los esfuerzos realizados, las noches sin dormir y el tiempo sin estar con Lucía para dedicarlo a otras cosas.
Escribir estas palabras para mi, ha sido una catarsis para finalizar el año. Porque la realidad es que estaba llegando al final de este 2014 creyendo que NO LO HABÍA CONSEGUIDO. Que no he hecho nada por conseguir mis metas. Y NO es la verdad.
La verdad es que estoy en el camino, en el camino que quiero recorrer. Creo que no encuentro mejor manera de empezar el 2015 que saber que estás andando el camino que quieres andar. Con la gente con la que quieres estar.
Tomé esa decisión de ser LIBRE en 2012. Comenzamos el 2015, y aún me queda mucho por aprender, mucho que avanzar, quién sabe si algún día podré decir que lo he conseguido, aunque la simple decisión ya me hace estar más cerca de lograrlo…
Lucía, mi estrellita, tú eres la que me inspira para seguir… CRECIENDO JUNTAS!
P.D: He visto este vídeo muchas veces… y ha sido la fuente de inspiración que me ha permitido cerrar este año y que las palabras que tenía ahogas en mí salieran. Tendré que verlo muchas veces para recordarme que el éxito es 1% inspiración 99% transpiración. Espero que os guste…


martes, 3 de junio de 2014

Llueve en mis clases

La primavera ha llegado. Eso pienso cada vez que escribo la fecha. Hoy ya es 1 de Junio. Pero yo sigo con botas y vestido de invierno.

Lo mismo que en la calle ocurre en mis clases: que tampoco ha llegado la primavera, el esfuerzo del otoño e invierno está causando estragos en los chicos y en mí. Y a pesar de que el verano se ve ahí cerquita aún no se respira la tranquilidad de esos días de descanso, con días largos de playa y sol, y noches al aire libre.

Y por eso llueve, llueven quejas, caen como chuzos de punta, las calificaciones, el exceso de trabajo, las injusticias, quizás no todos se quejan, quizás todos tienen ganas de quejarse, pero sólo unos pocos lo dicen. La verdad, es que no lo sé, lo único que sé es que efectivamente el año académico es duro y largo y que cada vez que entras en clase llueve.

Pero lo es para todos. Yo también llevo acumulado, las horas de trabajo, en la noche, los fines de semana, el sacrifico de tener que dejar a Lucía para buscar huecos para preparar las clases. Y parece que la ilusión de los primeros días se está diluyendo.

Este año, ha supuesto para mí, un cambio muy importante en mi vida. Si contamos que la mayor parte de mi vida he estado sentada, RECIBIENDO clases. En esta ocasión, me tocaba ponerme delante a mí. Y en ocasiones he sentido que la RESPONSABILIDAD era tan grande, que no veía posible terminar. Había dado cursos para adultos, pero ninguno dentro del sistema educativo y nunca con chavales “adolescentes”. Y eso cambia mucho las cosas.

Es difícil contar en unos pocos párrafos todo el mundo de sentimientos que se han removido en mí estos meses. No son sólo son las clases, es lo que envuelve ahora mi vida, que hace que me comporte en clase de esta manera. He revivido y mirado hacia atrás, pensando cómo me sentía yo cuando estudiaba. Me he planteado muchas veces cual es la educación que quiero para Lucía. Y ahora que se acaba el curso, me paro reflexionar si lo hice bien con estos chicos o no.

Empecé tan fuerte hablando de emprendimiento, de sueños, de objetivos, de que en la vida no todo era tener un título, que en ocasiones me sentía fuera de sitio. No lo hacía queriendo. Simplemente les trasladaba lo que me salía de dentro. Y no me daba cuenta d que ni siquiera les pregunté si querían oir hablar de eso.

No soy ese tipo de persona que puede ser una cosa en casa, otra en el trabajo otra con los amigos.  Así que me salía de dentro, sin pensarlo.

He tenido que hacer un recorrido en mi vida, para darme cuenta de que no he sido feliz en el sistema educativo. He estudiado una carrera que no me gustaba, he luchado durante 7 años por algo en lo que no creía. Simplemente por encontrar un puesto de trabajo.

No me arrepiento de haberlo hecho, porque esa es mi historia y es también la que me ha llevado aquí.

Pero la realidad es que cuando yo terminé de estudiar, estábamos empezando a entrar en la tan nombrada “crisis” y eso sumado a mi poca experiencia laboral, me hicieron disfrutar de mis trabajos. Pero a la vez, tampoco era feliz 100%, sueldos “bajitos”, poco tiempo libre. Pero, era lo que había.

Cuando nació Lucía asumir “es lo que hay” ya no era tan fácil. Así que en resumidas cuentas, me hice responsable de lo que ocurría en mi vida. Y la palabra EMPRENDER sonaba cada vez con más fuerza en mi cabeza. EMPRENDER, EMPRENDER…

Siempre digo que todavía no estoy donde me gustaría estar.  Que es con la libertad suficiente para tener tiempo para dedicarme a mi hija y a mi familia y no depender de un puesto de trabajo con un horario limitado.

Y quizás alguno pensará que si eso es lo que quiero, que deje mi trabajo y que me ponga 100% a luchar por esa independencia. Y la verdad es que a veces pienso, que estoy en el lugar equivocado.

Pero la realidad es que no. La realidad es que quiero estar aquí, quiero que siga lloviendo en mis clases, quiero formar parte de una nueva manera de entender la educación. Esa que también entiendo que tiene que cambiar para mi hija. Una en la que obtener títulos no sea el único camino, y en la que el crecimiento de la persona tenga una parte importante.

Una nueva manera de entender la educación… y no es una utopía, porque lo veo, porque lo siento en otras personas. Porque hay más gente como yo, que lucha por una nueva manera de entender la educación para sus hijos y para sus alumnos.


Algo que parece tan fácil, pero que a la vez no lo es. Porque una cosa es querer y otra saber cómo hacerlo. Tampoco tiene que ser mejor, ni peor, sino simplemente diferente. Porque (y esta es mi frase preferida desde que dos años): NO HAY DESARROLLO PROFESIONAL SIN DESARROLLO PERSONAL. Y eso lo deberíamos de cuidar desde chiquitos: primero lo personal y luego lo profesional.

Y eso es lo que yo intento cada día, crecer como persona, aunque a veces no siempre lo consiga y me sienta chiquita, como cuando llueve en mis clases...