martes, 3 de junio de 2014

Llueve en mis clases

La primavera ha llegado. Eso pienso cada vez que escribo la fecha. Hoy ya es 1 de Junio. Pero yo sigo con botas y vestido de invierno.

Lo mismo que en la calle ocurre en mis clases: que tampoco ha llegado la primavera, el esfuerzo del otoño e invierno está causando estragos en los chicos y en mí. Y a pesar de que el verano se ve ahí cerquita aún no se respira la tranquilidad de esos días de descanso, con días largos de playa y sol, y noches al aire libre.

Y por eso llueve, llueven quejas, caen como chuzos de punta, las calificaciones, el exceso de trabajo, las injusticias, quizás no todos se quejan, quizás todos tienen ganas de quejarse, pero sólo unos pocos lo dicen. La verdad, es que no lo sé, lo único que sé es que efectivamente el año académico es duro y largo y que cada vez que entras en clase llueve.

Pero lo es para todos. Yo también llevo acumulado, las horas de trabajo, en la noche, los fines de semana, el sacrifico de tener que dejar a Lucía para buscar huecos para preparar las clases. Y parece que la ilusión de los primeros días se está diluyendo.

Este año, ha supuesto para mí, un cambio muy importante en mi vida. Si contamos que la mayor parte de mi vida he estado sentada, RECIBIENDO clases. En esta ocasión, me tocaba ponerme delante a mí. Y en ocasiones he sentido que la RESPONSABILIDAD era tan grande, que no veía posible terminar. Había dado cursos para adultos, pero ninguno dentro del sistema educativo y nunca con chavales “adolescentes”. Y eso cambia mucho las cosas.

Es difícil contar en unos pocos párrafos todo el mundo de sentimientos que se han removido en mí estos meses. No son sólo son las clases, es lo que envuelve ahora mi vida, que hace que me comporte en clase de esta manera. He revivido y mirado hacia atrás, pensando cómo me sentía yo cuando estudiaba. Me he planteado muchas veces cual es la educación que quiero para Lucía. Y ahora que se acaba el curso, me paro reflexionar si lo hice bien con estos chicos o no.

Empecé tan fuerte hablando de emprendimiento, de sueños, de objetivos, de que en la vida no todo era tener un título, que en ocasiones me sentía fuera de sitio. No lo hacía queriendo. Simplemente les trasladaba lo que me salía de dentro. Y no me daba cuenta d que ni siquiera les pregunté si querían oir hablar de eso.

No soy ese tipo de persona que puede ser una cosa en casa, otra en el trabajo otra con los amigos.  Así que me salía de dentro, sin pensarlo.

He tenido que hacer un recorrido en mi vida, para darme cuenta de que no he sido feliz en el sistema educativo. He estudiado una carrera que no me gustaba, he luchado durante 7 años por algo en lo que no creía. Simplemente por encontrar un puesto de trabajo.

No me arrepiento de haberlo hecho, porque esa es mi historia y es también la que me ha llevado aquí.

Pero la realidad es que cuando yo terminé de estudiar, estábamos empezando a entrar en la tan nombrada “crisis” y eso sumado a mi poca experiencia laboral, me hicieron disfrutar de mis trabajos. Pero a la vez, tampoco era feliz 100%, sueldos “bajitos”, poco tiempo libre. Pero, era lo que había.

Cuando nació Lucía asumir “es lo que hay” ya no era tan fácil. Así que en resumidas cuentas, me hice responsable de lo que ocurría en mi vida. Y la palabra EMPRENDER sonaba cada vez con más fuerza en mi cabeza. EMPRENDER, EMPRENDER…

Siempre digo que todavía no estoy donde me gustaría estar.  Que es con la libertad suficiente para tener tiempo para dedicarme a mi hija y a mi familia y no depender de un puesto de trabajo con un horario limitado.

Y quizás alguno pensará que si eso es lo que quiero, que deje mi trabajo y que me ponga 100% a luchar por esa independencia. Y la verdad es que a veces pienso, que estoy en el lugar equivocado.

Pero la realidad es que no. La realidad es que quiero estar aquí, quiero que siga lloviendo en mis clases, quiero formar parte de una nueva manera de entender la educación. Esa que también entiendo que tiene que cambiar para mi hija. Una en la que obtener títulos no sea el único camino, y en la que el crecimiento de la persona tenga una parte importante.

Una nueva manera de entender la educación… y no es una utopía, porque lo veo, porque lo siento en otras personas. Porque hay más gente como yo, que lucha por una nueva manera de entender la educación para sus hijos y para sus alumnos.


Algo que parece tan fácil, pero que a la vez no lo es. Porque una cosa es querer y otra saber cómo hacerlo. Tampoco tiene que ser mejor, ni peor, sino simplemente diferente. Porque (y esta es mi frase preferida desde que dos años): NO HAY DESARROLLO PROFESIONAL SIN DESARROLLO PERSONAL. Y eso lo deberíamos de cuidar desde chiquitos: primero lo personal y luego lo profesional.

Y eso es lo que yo intento cada día, crecer como persona, aunque a veces no siempre lo consiga y me sienta chiquita, como cuando llueve en mis clases...

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